Cuando yo era pequeño todos los de la familia por parte de mi madre nos reuníamos en navidad en la casa de mis abuelos. El salón de la casa era el lugar entrañable donde recibíamos los regalos. Un dia de Reyes, me acuerdo que mis abuelos me regalaron un peluche de Doraemon. Me encantó ese regalo porque a mí ya me fascinaban los dibujos. Ese día estuve jugando mucho tiempo con el peluche tanto que casa de mis abuelos como en mi casa. Fijaos si me gustaba que hasta dormía con él. Además, cuando me iba a casa de mis primos a dormir, también melo llevaba. Con el paso de los años, lo fui cogiendo cada vez menos, pero todavía lo tengo. Cada vez que lo veo, me acuerdo de mi infancia y sé que cuando mis abuelos falten, cuando lo vea también me acordaré de ellos.
(Rafael Llamas, 1º ESO D)
El objeto que he elegido es un cocodrilo que tengo desde que nací. Con ese cocodrilo he hecho de todo: he gastado bromas, he asutado a mi familia, he dormido con él... Ha sido mi mejor amigo cuando era pequeño, ya que estaba siempre a mi lado y me ha acompañado en todos mis momentos. Una vez tenía revisión con el dentista. Le pregutné a mi padre que si me lo podía llevar. Él contestó que sí. Al llegar a la consulta, entré a la sala de espera. Estuve esperando alerededor de unos quince minutos. Me llamaron, cogí a mi amigo el cocodrilo, que por cierto se llamaba Rohky y entré. De acamino a la consulta iba muy asustado. La primera impresión fue la de una sala muy tranquila, pero cuando llegó el dentista, la cosa cambió. Me puse a llorar y el dentista me intentó calmar, pero no pudo. Seguí llorando y, al ver que no me calmaba, llamaron a mi padre, pero el intento de calmarme fue un fracaso. De pronto, miré al cocodrilo, que estaba detrás de mí y de repente me calmé. No sé cómo eso pudo pasar, pero pasó. Al finalizar la visita, pagamos y nos fuimos, y desde ese momento, decidí que Rocky, mi cocodrilo, fue, sigue siendo y será mi mejor amigo. Gracias por escucharme, y un saludo a mi amigo Rocky al que siempre llevaré en mi corazón.
(Hugo, 1º ESO D).
Mi peluche
Cuando yo era pequeña, tenía unos dos añitos, un gran amigo de mi padre al que yo le tenía mucho cariño me trajo desde Mallorca un perrito de peluche. El juguete era y es tan tierno, suave, blando y moldeable que, aunque era más grande que yo, me lo llevaba a todas partes y me encantaba jugar con él. Por las noches, era mi "protector" y por el día mi perrito. Le daba de comer y le llenaba la boca de churretes o alguna chuchería, y lo bañaba y lo trataba como si fuera un perro de verdad. Era de color marrón oscuro con manchas de color marrón claro, aunque ahora es de color beig, y está un poco estropeado...
Aún me acuerdo del día en el que me lo regaló. Era mi cumpleaños, soplé las velas de la tarta y me dieron los regalos. En uno de ellos me encontré a Tomy (ese es el nombre que le puse), lo cogí, lo abracé y hasta hoy que está descansando en mi estantería con los demás peluches, aunque él siempre será mi preferido.
(María Barbudo Compagnucci, 1º ESO D)
Mi oso Bartolo
Mi oso Bartolo es un peluche que me regalaron mis abuelos. Le tenía muchísimo aprecio ya que desde bebé no me separaba de él. Iba con él a todas partes. Ni para acostarme lo soltaba. Mi madre me lo tenía que lavar por la noche para que no me diera cuenta de que no tenía a mi osito. La pena es que en una de las mudanzas que hicimos, mi querido oso desapareció, y ya no lo he vuelto a ver. Me reagalaron muchos peluches más pero ninguno era como mi osito.
¡Lo que daría por volver a tenerlo!
(Rafael Fernández, 1º ESO D)
Sombrero mexicano
El recuerdo que yo tengo de mi sombrero mexicano es que hace unos años fui al desierto de Almería donde había una representación muy realista del antiguo oeste. Había una tienda de ropa y vestidos de aquella época, una cárcel, un bar, un salón, un establo y también había un salón principal, en el que se representaban muchos espectáculos. Se pegaban tiros, tiraban cosas al suelo... La verdad es que parecía que todo era real y no que estaban actuando. En otro lado de ese salón había una tienda de suvenir en la que había pistolas que tenían mini bombitas (para parecer que eran de verdad). También había a otro lado un montón de sombreros mexicanos de todos los tamaños y colores. Me gustó el verde, porque es uno de los colores más representativos para esos sombreros, y como no tenía mucho dinero, me compré uno de los más pequeños. Después, nos hicieron una foto vestidos con ropa de esa época: mi hermano y yo íbamos de vaqueros y mi madre de doncella con un paraguas pequeño para taparse del sol. Por último, nos dieron un paseo en carruaje por los alrededores para terminar de ver la zona. Fue uno de los mejores días de mi vida, y por eso, cada vez que miro mi sombrero mexicano recuerdo ese día tan fantástico que tuve.
El recuerdo que yo tengo de mi sombrero mexicano es que hace unos años fui al desierto de Almería donde había una representación muy realista del antiguo oeste. Había una tienda de ropa y vestidos de aquella época, una cárcel, un bar, un salón, un establo y también había un salón principal, en el que se representaban muchos espectáculos. Se pegaban tiros, tiraban cosas al suelo... La verdad es que parecía que todo era real y no que estaban actuando. En otro lado de ese salón había una tienda de suvenir en la que había pistolas que tenían mini bombitas (para parecer que eran de verdad). También había a otro lado un montón de sombreros mexicanos de todos los tamaños y colores. Me gustó el verde, porque es uno de los colores más representativos para esos sombreros, y como no tenía mucho dinero, me compré uno de los más pequeños. Después, nos hicieron una foto vestidos con ropa de esa época: mi hermano y yo íbamos de vaqueros y mi madre de doncella con un paraguas pequeño para taparse del sol. Por último, nos dieron un paseo en carruaje por los alrededores para terminar de ver la zona. Fue uno de los mejores días de mi vida, y por eso, cada vez que miro mi sombrero mexicano recuerdo ese día tan fantástico que tuve.
(Antonio Roldán, 1º ESO D)
María
Recuerdo una bonita mañana de Reyes que yo esperaba con mucha ilusión. Tan solo tenía dos años. Me levanté temprano, con muchas ganas de saber cuáles eran los regalos que me habían traído. Cuando llegué al salón, todo estaba lleno de juguetes. Entre ellos, una preciosa muñeca a la que llamé "María". Le cogí un inmenso cariño: la cuidaba como si fuese mi bebé, me la llevaba a todos los sitios, la abrazaba cuando sentía tristeza, incluso dormía con ella... Me hacía sentirme segura y feliz. Hoy en día aún la tengo encima de mi cama. A veces la cojo y me acuerdo de todo lo vivido con ella. Para mí siempre será esa bonita muñeca y mi bebé preferido.
(Mª del Mar Melgar, 1º ESO D)